Farmacéutica
Mañana sórdida, parece noche. ¡Viento!
desvela la cara de la novia que por no haber blanco, se vistió de lluvia.
El joven belicoso fue en busca de un veneno, que tan mortal como el animal,
tenía entendido llevar como insulina para el diabético, un viejo decrépito.
Llegó, su alma, en el camino se quedó.
Contagiosa, s e e s p a r c i ó el polen de amapola y ansina,
como tenía entendido el viento cerró al momento, por el indetectable arrepentimiento,
pozos sin fondo
mecidos por el castigo divino, vencidos y estremecidos.
La farmacéutica no abrió ese día.
desvela la cara de la novia que por no haber blanco, se vistió de lluvia.
El joven belicoso fue en busca de un veneno, que tan mortal como el animal,
tenía entendido llevar como insulina para el diabético, un viejo decrépito.
Llegó, su alma, en el camino se quedó.
Contagiosa, s e e s p a r c i ó el polen de amapola y ansina,
como tenía entendido el viento cerró al momento, por el indetectable arrepentimiento,
pozos sin fondo
mecidos por el castigo divino, vencidos y estremecidos.
La farmacéutica no abrió ese día.
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